A punto de llegar a la mitad del presente ejercicio, creemos oportuno recordar que se cumple el primer cuarto de siglo de la implantación del EURO, aunque su comienzo en 1999 fue como una moneda digital para transacciones bancarias y mercados financieros, para en 2002, utilizarse en forma de billetes y monedas. Y los motivos pueden ser múltiples, aunque nombraremos solo los de coyuntura y futuro. Y dejamos para otros informes los beneficios de su creación, las vicisitudes de su gestación, o el timing de la incorporación de países. Pero como herramienta estelar de la Unidad Europea, por su relevancia en su paridad con las divisas más importantes del mundo, su influencia en las políticas monetarias del Banco Central Europeo, o su importancia en los principales ratios macro, y la relevancia de las propias asignaturas que les falta por abordar para que su estabilidad y futuro consigan toda su mayor influencia en mundo, creemos que actualizar titulares es muy oportuno.
La realidad de las tensiones geopolíticas de estas fechas está gritando la importancia de una unidad para afrontar los peligros, fortalecer la calidad y tiempos en las tomas de decisiones, y alcanzar la necesaria armonía para las transformaciones que este futuro nos obliga. Europa necesita de Europa. Es decir, la necesidad de optimizar toda su potencialidad, para los mejores resultados en las tensiones externas en las que su protagonismo debe de ser siempre eficaz, evitando precisamente tensiones internas.
Y en ese futuro, parece claro que para cualquier desarrollo privado o Institucional, construir una auténtica unidad de mercados de capitales que afecte a la totalidad de países sería prioritario, junto a la esperada reforma de las reglas fiscales. Los retos para el EURO también son significativos en las formas en que se concrete su digitalización, sin perder competitividad y seguridades. Ese desarrollo favorecerá enormemente todas las transacciones financieras, apoyando la privacidad, y como apoyo al dinero en efectivo.
Las elecciones europeas de junio y el proceso de adhesión de nuevos países, se presentan como circunstancias para retomar con la mayor de las diligencias e interés los propios objetivos que se marcaron en la Comisión de Von der Leyen, a punto de terminar. En ella se fijaron múltiples objetivos que se han quedado, como poco, sin finalizar. Revisar el Tratado de Estabilidad, el papel internacional del EURO, los mencionados anteriormente de la necesidad del Mercado de Capitales o la Gobernanza Fiscal, y la unidad bancaria desarrollando correctamente un Sistema de Garantía de Depósitos, entre otros temas.
Respecto a los temas de coyuntura, tenemos que partir de las derivadas de la pandemia y la guerra Rusia-Ucrania. Recordemos que en respuesta a la desmesurada inflación de la Eurozona, el BCE fijó una dura política monetaria aplicándola a un ritmo sin precedentes en la historia. Sintetizando, desde julio de 2022, el aumento acumulado del tipo de interés oficial ha ascendido a 500 puntos básicos, lo que ha llevado el tipo de interés de depósito desde un ratio negativo del -0,5%, al decidido por el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo del tipo de interés general 4,50%.
En este sentido, en las últimas semanas ha sorprendido favorablemente las cifras de Europa respecto a las previsiones de crecimiento del PIB de los principales países, capitaneados por el sensible cambio de una Alemania que amenazaba confirmar que estaba peligrosamente en manos de la recesión. Por ello, y por una sensibilidad mayor del control de los precios en la Eurozona frente a los EEUU, la opinión más unánime que mantenemos es la posibilidad que sea el BCE quien -en junio- pueda ser la que baje tipos de interés, anticipándose al gigante americano.
Sin duda, a pesar que ello podría provocar una caída del EURO frente al dólar USA, ya que ganaría fortaleza la moneda americana por la rebaja de costes en las transacciones.
Veamos en los siguientes cuadros, el comportamiento de ambas divisas, y la evolución de sus paridades.
Vemos que desde el 16 mayo 2023 al 16 mayo 2024 el euro/dólar refleja una paridad sin cambios de 1.09 a pesar de los dientes de sierra intermedios. Mientras que en julio 2008 se reflejaba una cifra bastante alta, del 1.59 veces.
Cerramos valorando el escenario global -de cara al final del 2024- con más luces que sombras, con la esperanza fundada de un mínimo de dos rebajas de tipos, provocando sensibles avances en los ya buenos resultados empresariales y PIB de varios países. Incluido España. Probablemente se confirme el cambio al alza de las estimaciones de crecimiento para nuestro país, manteniéndose líder europeo. Título que en los niveles de paro se revierten a los últimos de la cola. Lo importante para nuestros amigos ahorradores e inversores es que -si la llamada geopolítica u otro imprevisto no focalizado haga su presencia- esperamos rentabilidades medias en las inversiones satisfactorias para todos los perfiles de riesgo. Me arriesgo a decirlo…..con fundamentos. Un abrazo,
JOAQUÍN ALMASQUÉ, Presidente de FIF, Agentes Bankinter desde 2000