Los tres vagones del tren del desequilibrio económico actual los podríamos identificar con tres circunstancias esenciales a las que se intentan encontrar las mejores respuestas para lograr la mayor normalidad y un nuevo bienestar para la humanidad. Y su imperiosa urgencia se fundamenta en la gravedad de las consecuencias que se derivarían si sus existencias se prolongaran en el tiempo. Nos referimos a la pandemia, a la guerra en Ucrania, y a la inflación. La primera de ellas parece mostrar un cierto sosiego, a la par de los conocimientos del aprendizaje obligado de éstos dos últimos años y de la actuación de los sectores sanitarios y de investigación científica. Pero las otras dos se retroalimentan en la medida que la invasión siga viva y no logre alcanzar o provocar un -aún inédito- nuevo cauce en las negociaciones de paz.
Una simple mirada al gráfico de la evolución drástica de los niveles de inflación nos remite a considerar como impactante el porcentaje de su crecimiento en tan poco tiempo, después de muchos años por debajo del 2%, con períodos significativos de signo negativo en la evolución de los precios. Y este ratio nos define, a su vez, los porcentajes necesarios a alcanzar para que los inversores, pensionistas y familias no pierdan valor adquisitivo en sus niveles de vida.
¿Cuáles han sido los principales motivos de esta situación? ¿Se podría haber evitado?. Evidentemente es difícil responder sin visionar los perjuicios de la pandemia y, principalmente, el actual conflicto Rusia-Ucrania provocado por Putin. Por tanto no se trata de una inflación de demanda donde la presión del consumo y demanda de productos y servicios se dispara por ciclos expansivos que pudieran provocar una tendencia en la subida de precios. Se trata de una inflación de oferta al estar dañada la cadena de suministros de materias primas, afectados los abastecimientos, tensionados los acuerdos comerciales, dando paso a un clima de falta de confianza e incertidumbres. Repentinamente, al son de una invasión que debe de ser acorralada o convencida de que sus derivadas son perjudiciales de forma global.
Por todo ello, no paramos de escuchar y diagnosticar las próximas e inevitables subidas de tipos de interés, o la famosa retirada de estímulos. Ambas deben de producirse con una destreza sublime hasta alcanzar un clima que logre sobrevivir, con un determinado equilibrio, evitando la recesión.
Parece oportuno recordar el cuadro escénico que presentamos en Bankinter Análisis Estratégico del 2º trimestre 2022 donde siguen vigentes las lecturas e interpretaciones de la realidad. Dando mayor protagonismos al escenario de un 80% de probabilidad.
Es innegable que nos encontramos en un nuevo ciclo económico. Y no el ciclo crítico actual derivado de la guerra y de la pandemia, sino el posterior. Es decir, esta crisis acabará. Y lo hará probablemente sorprendiendo a todos por su forma y en las fechas en que ocurrirá. Me refiero a la imparable fuerza del boom tecnológico y sus derivadas multidireccionales. Ciber seguridad, robótica, inteligencia artificial, microchips, tecnología drones, metaverso, redes sociales, nueva internet, y sus favorables aplicaciones para el mundo empresarial, social, de consumo, sector sanitario, pedagogía escolar, comunicaciones y servicios, entre otras muchas modalidades de cambios sociales y oportunidades de nuevos desarrollos.
Y, mientras ese fin del ciclo crítico actual no termine (principalmente la guerra), el combate para que el precio de las materias primas, gasolina, alimentos, transporte, etc, se desarrollará con la implantación de nuevos tipos de interés. Y las cotizaciones de determinadas inversiones y Fondos en sectores razonables, de segura demanda permanente en los próximos meses y años, seguirán inevitablemente con volatilidad y altas rentabilidades retenidas hasta que se manifiesten los primeros síntomas del fin de la guerra.
Terminamos con un cuadro con definiciones de los conceptos más protagonistas de la actualidad, con sus descripciones conceptuales básicas, y una referencia clasificatoria solo orientativa de la importancia de sus desafíos. Reflejados menor a mayor grado de peligrosidad. Un ejercicio que nos puede dar todo tipo de intercambio de opiniones en próximas reuniones de forma presencial, donde debatir también su interpretación según el perfil de riesgo de cada uno de nuestros cliente, vigentes y potenciales. Invitación obligatoria y siempre abierta en fecha, hora y lugar para ambos colectivos. Un abrazo
Joaquín Almasqué, FIFAGENTEBANKINTER.COM