¿SABEMOS DECIDIR ENTRE CALIDAD Y CANTIDAD?
Éste título nos presenta el dilema de la preferencia entre cantidad y calidad. Es decir, la decisión generalista de una veracidad empírica en el sentido de que tiene mayor prestigio y estima tener pocas cosas buenas que muchas malas. Ya sea por la temporalidad de su eficiencia o uso; ya sea por sus niveles de satisfacción o disfrute; o bien, por la experiencia que el valor de algo de calidad siempre es muy superior al sumatorio de varios mediocres o de inferiores calidades.
Pero la cuestión cotidiana es que muchas veces el deseo de atesorar o de tener más, vence o deteriora los aconsejables análisis de calidad de todo lo que compramos, decidimos o invertimos. Pero es evidente que el precio de lo que se trate también juega un papel relevante, hasta el punto de muchas veces despreciar cosas, decisiones o alternativas por considerarlas caras, sin valorar las consecuencias de los beneficios en el tiempo de la calidad del producto y de su propio margen de revalorización.
Lo que éstas reflexiones sí es seguro, es que nos llevan al convencimiento de que –siempre que se pueda- lo importante es no desligar nunca ambos conceptos, dando preferencia absoluta al primero. La calidad. Éste concepto determinará siempre hasta nuestra propia personalidad, estilos y estrategias en muchos campos de la vida. Pero la complejidad de la propuesta la podemos ir completando con otras circunstancias también de un alto protagonismo, que acompañan inevitablemente al criterio preferente de la calidad. Entre las más destacadas tenemos las conocidas como acertar en “la dimensión óptima”, “la mejor diversificación”, “los ajustes del binomio precio/calidad”, y la “identificación real de su utilidad, conveniencia, necesidad actual y de futuro”. Todo ello, sin entrar en las ocasiones donde la apariencia o autenticidad real de la calidad se hace difícil o puede inducirnos a errores por una información incompleta, o por tener características que no contemplan con plenas garantías la realidad de sus resultados, sus niveles de riesgo, con lo que se desvirtúan y no se obtienen los objetivos perseguidos.
Cerramos pues nuestro objetivo de recordar y recomendar el concepto de calidad, en todos los órdenes, y, en especial, en lo referente a nuestras decisiones inversoras, productos, asesoramientos, alternativas/ofertas/opciones priorizando la veracidad y “quilates” de cada uno de dichos reclamos para minimizar desagradables situaciones, elevando la autenticidad de los riesgos y todas sus variables intrínsecas.
Obviamente estas reflexiones nos permitirán ajustar correctamente los perfiles de riesgos y su adecuación a nuestra personalidad inversora, con las cantidades optimas destinadas a cada una de las modalidades y alternativas de inversión. Y este ejercicio debemos practicarlo sistemáticamente con nuestro equipo asesor de confianza. Profundizar en los binomios calidad-cantidad, ajustados a los de rentabilidades financiero-fiscales reales, dentro de una correcta planificación financiera personalizada, nos permitirá analizar la coyuntura con mucha y correcta objetividad para que la toma de decisiones tenga la mayor fiabilidad.
No estamos cuestionando la profesionalidad, ni los niveles de prestigio de los especialistas en cada área. Lo que estamos defendiendo es la conveniencia de llegar al fondo de la realidad y de la información de las propuestas, recomendaciones y productos, para poder valorar en su totalidad lo que de ellos podemos esperar. Sin sobresaltos. Estamos en un período de enorme complejidad geopolítica y de globalización inversora, dentro de una trepidante fase de revolución tecnológica. Estas tres referencias han modificado de tal manera el tablero de los mercados financieros, y los propios conceptos de corto-medio-largo plazo, dotando al vocablo “volatilidad” de un protagonismo sin precedentes.
Por tanto, apoyemos siempre la confianza inversora en la calidad, profundizando en la autenticidad de cada alternativa y modalidad. Es un previo obvio que su propia lectura nos produce un cierto sosiego ya que reduce incertidumbres que podrían perturbar e inquietar un tablero de decisiones de naturaleza compleja. Pero la sola calidad no garantiza los resultados apetecidos, por lo que siempre deberemos acompañarlos con los pertinentes seguimientos y controles para verificar los significados, tanto de desviaciones positivas como negativas, valorando sus correspondientes probabilidades de actualizaciones o toma de nuevas decisiones por cambio del panorama o acontecimientos de signo contrario a los esperados.
Identifiquemos ahora la situación de los mercados, sus Índices bursátiles y algunas reflexiones sobre las últimas sesiones del Ibex 35.
A pesar de las recientes sesiones de recuperación, el IBEX35 sigue reflejando una pérdida superior al 10% en lo que va de año, persistiendo la incertidumbre de la decisión del Tribunal Supremo sobre la identidad del titular de los pagos oficiales de los Impuestos en las Hipotecas, y si tendrá un determinado efecto retroactivo. La sensibilidad del mercado frente a esta noticia es alta, y mañana miércoles sabremos las primeras derivadas de la sentencia.
En el resto del mundo, los EEUU siguen polarizando las ganancias, aunque mucho más moderadas que hace algunas semanas. Las elecciones de mitad de periodo de Gobierno del día de hoy, definirán los porcentajes de poderes en las Cámaras Demócratas/Republicanos y reflejarán un dato de cierto valor sobre el grado actual de popularidad de Trump.
En otro orden de cosas, los test de solvencia y garantías de la Banca Española han obtenido una nota muy positiva de cara a la confianza inversora internacional. El info de BANKINTER es muy explícito y arroja datos que vale la pena tener en cuenta
Hasta el próximo informe FIF, sean prudente y vengan a vernos.
Joaquin Almasqué, Presidente de FIF